lunes, 1 de noviembre de 2010

Halloween

Halloween ya pasó y la estación muerta del año comienza con un día inundado de lluvia y frío. Anoche fue el tiempo del “no tiempo”, el periodo sagrado en el que las leyes de los mortales desaparecen, el orden natural del universo queda suspendido temporalmente y lo imposible se torna realidad ante nuestros ojos.
Los muertos que vuelven en la oscuridad en busca de sus casas, no son sino parte del caos que reina en Samhaim. La magia, como buena enemiga del orden, florece cuando este desaparece y los hechizos que juegan con el presente, el pasado y el futuro cobran un poder inigualable.

Muchas de las realidades de la celebración celta aún perduran aunque transformadas con los nuevos tiempos. El fuego de las casas ya no necesita ser extinguido para que los espíritus no sean atraídos por su calor, sino que se encienden velas dentro de calabazas con caras feas para ahuyentarlos. O esa es la teoría. En la realidad, las calabazas se escarban para pasar un rato divertido y dar un toque siniestro al salón. 

Todas las tiendas, ya sean de comestibles, libros, muebles o ropa interior, deben tematizar sus escaparates y sus productos si no quieren desaprovechar una oportunidad fantástica para hacer una buena caja. Business is business. Los restaurantes y los bares se llenan de decoración y de calabazas que, más que para ahuyentar malos espíritus yo diría que tratan de atraerlos para que consuman sus maléficos alcoholes y pociones.

Halloween se ha transformado tanto desde tiempos celtas que si ellos levantaran la cabeza no lo reconocerían. Ya no es un día sagrado de respeto por los muertos y por el equilibrio de la naturaleza y por la vida que muere con el invierno. Hoy es una fiesta para reír y divertirse, un carnaval más de tantos pero con un toque algo sanguinario.


Sin embargo, hay algo que por desgracia prevalece: el caos reina en Halloween. Los niños y no tan niños consideran en algunos lugares -como Dublín- que el mal está permitido esa noche y las leyes se evaporan por arte de magia. Por falta de caramelos puedes sufrir tricks como encontrar algo roto en tu jardín o en tu casa. Y en ocasiones, los tradicionales bonfires de Samahaim se salen de los lugares permitiodos y abundan en descampados, coches o incluso edificios. En muchos lugares la noche de Halloween, cuando de verdad es noche, allá en la madrugada, da realmente miedo. La violencia y el alcohol hacen de las suyas y el resultado es una vez más caos.

Las fuerzas de la naturaleza son imparables, pero los hombres pueden controlar las suyas propias. Ojalá en el futuro haya otras iniciativas para recuperar los valores de Samhaim y el caos en las calles desaparezca por fin.

viernes, 29 de octubre de 2010

Sinead O'Connor

Todo el mundo se estremeció con Sinead cuando, después de la muerte de su madre, escribió ‘Nothing compares to you’ y la lloró inmortalmente en un videoclip que ya es considerado un clásico. Sin embargo, además de esa emotiva canción y de la idea de que era una chica un tanto extravagante con su pelo rapado y su gusto por el escándalo, poco más se ha hablado de ella.
Yo he tenido el gusto de redescubrirla hace unos días y, por su coraje, su rebeldía, su sensibilidad y su entereza, se ha convertido en una de esas mujeres especiales que no puedo sino admirar. Sinead tenía la belleza, las cualidades y el potencial necesarios para convertirse en una cantante comercial más a las que tan acostumbrados nos tienen las discográficas.
Sinead era y es una mujer libre. Utilizó su fama, su voz y su música para luchar sin sangre contra la injusticia; contra el abuso infantil, el racismo, la pobreza, la violencia y el ansia de control de instituciones políticas y eclesiásticas.
La actuación en la que rompió la fotografía del Papa para denunciar los abusos sexuales a niños por parte de curas irlandeses le costó cara en la época. Pero ella siguió peleando por sus ideas y representando a la gente que confiaba en ella para repartirlas por el mundo.
Todavía hoy sigue componiendo y cantando; con menos energía y voluntad de meterse en problemas intentando luchar contra el mundo ella sola, pero con la misma esencia de leona independiente e indomable. Podemos no estar de acuerdo con todo lo que dice, pero no hay más que reconocer su valor como profesional y como luchadora.
Aquí os dejo una de las canciones en las que habla de Irlanda  y de la invasión que ha sufrido a lo largo de los siglos por pueblos extranjeros.


Irish Ways and Irish Laws

Once upon a time there were
Irish Ways and Irish Laws
Villages of Irish blood
Waking to the morning
Waking to the morning

Then the Vikings came around
Turned us up and turned us down
Started building boats and towns
They tried to change our living
tried to change our living

Cromwell and his soldiers came
Started centuries of shame
But they could not make us turn
We are a river flowing
We're a river flowing

Again, again the soldiers came
Burnt our houses stole our grain
Shot the farmers in their fields
Working for livings
Working for a living

800 years we have been down
The secret of the water sound
Has kept the spirit of a man
Above the pain descending
Above the pain descending

Today the struggle carries on
I wonder will I live so long
To see the gates being opened up
To a people and their freedom
A people and their freedom

Once upon a time there was
Irish Ways and Irish Laws
Villages of Irish blood
Waking to the morning
Waking to the morning

viernes, 24 de septiembre de 2010

Puff the Magic Dragon

Hace años hubo un amigo muy especial que me enseñó la única canción en catalán que conozco. Era la historia de Puff, un dragón que vivía en el fondo del mar y se aburría mucho porque siempre estaba solo, así que le gustaba salir del agua para jugar. Un día, un pequeño niño se acercó a él y se convirtió en su gran amigo. Juntos bajaban a jugar a la playa y viajaban sobrevolando los mares buscando aventuras. Pero los dragones viven para siempre y los niños crecen y, ocupados con su vida adulta, se olvidan de ellos. Un día “el nen petit” nunca volvió y el dragón quedó triste y solo, en el fondo del mar.

Siempre pensé que esta historia era un cuento catalán porque por tal lo había conocido. Pero hace unos meses, trabajando en la librería vi uno de esos coloridos cuentos para niños con un dragón verde y enorme en la portada llamado Puff. Corrí a cogerlo y cuando lo abrí reconocí la historia al instante. ¡Tonta de mí!, pensé. Las cosas nunca son lo que parecen en este nuestro mundo nunca más. Cualquier idea hay que rastrearla por todo el mundo para encontrar su origen porque tienen tal poder para viajar rápidamente y arraigar en otras tierras que uno nunca se puede fiar.

Puff fue creado en Estados Unidos, de allí viajó a Reino Unido, de Reino Unido pasó a Irlanda y de ahí a todas partes hasta llegar a manos de Joan Manuel Serrat, quien adaptó la canción y la tradujo al catalán. Pero lo cierto es que el origen poco importa porque lo que de verdad cuenta es que en todo el mundo hay niños que creen en la magia y que un día les toca crecer y se olvidan de ella. Por eso es una canción de éxito. Y por eso hace llorar a tantos adultos que se acuerdan de cuando aún soñaban.


Lo mejor de esta historia es que siempre hay nuevos niños que creen en dragones, para sacarlos del fondo del mar, del interior de las cuevas o de las profundidades de la tierra para tener aventuras y pintarles una sonrisa.




lunes, 13 de septiembre de 2010

¿El Pop está muerto?

No he sido capaz de escribir nada estas semanas porque las ocupaciones diarias y algún que otro viaje por Irlanda del que ya dejaré su rastro me han tenido muy ocupada. Pero como dice aquel viejo cantar, mejor tarde que nunca.

La historia que os quiero contar hoy no tiene nada que ver con mitos y no se ciñe a Irlanda ni al Norte de Irlanda de una forma exclusiva, aunque, no por ello, deja de tener una influencia brutal en su forma de funcionar y, en cierto modo, en la forma de pensar de sus habitantes.

Anoche pusimos la televisión mientras cenábamos y, como otros 18 millones de espectadores en el Reino Unido e Irlanda, decidimos poner The X Factor. Mis amigas de Irlanda a veces me mandan un mensaje al móvil para recordarme que “The X Factor is on” y que no debo ignorarlo. Yo lo recibo con una sonrisa aunque sin mucho más interés en ser testigo de cómo unos pobres van a cantar enfrente de unos individuos deseosos de criticarlos y utilizarlos como producto comercial, quizá solo durante esos breves minutos de actuación o, si tienen suerte, a lo largo de unos cuantos meses o años hasta que se pasen de moda y queden en la caja del olvido. Pero ayer como excepción la televisión se encendió en ese canal.

Un chico de 16 años, del que por desgracia no recuerdo el nombre, subió al escenario con las piernas temblando y con el sueño de ser una estrella del Pop. Eligió una canción de las que no hace mucho sonaban en la radio y la interpretó mejor de lo que el cantante de turno había hecho en su día. Algunos fallos de coreografía, nada muy importante. Sin embargo, el todopoderoso Simon Cowell – inventor de The X Factor y dueño de Syco – le dio un primer y rotundo NO porque el mercado ya no quería cantantes de ese tipo. El chico se puso a llorar viendo que su sueño se iba por la alcantarilla sin entender muy bien por qué. Después de cantar una segunda canción con un resultado asombroso dada su congoja los jueces del show estuvieron a punto de despedirle con el temido no. La efusividad del público hacia tal injusticia decidió que el joven pasase a la siguiente fase de la cual posiblemente no sobreviva.

Todo esto encaja a la perfección con los preceptos de marketing que estoy estudiando en la actualidad. Todo se resume en encontrar lo que el mercado necesita, desea o demanda y dárselo de una forma más eficaz que tus competidores. Todo está lleno de estrategias comerciales, conceptos económicos y eficacia de productividad. Conceptos que no pretendo derrumbar dada su utilidad en este nuestro mundo.

Pero yo me pregunto… ¿dónde aparece la moralidad de todos estos preceptos? ¿Dónde se considera a las personas como humanos en lugar de cómo consumidores? ¿Los consumidores deciden lo que necesitan, desean o demandan? ¿O alguien les está instalando la idea de lo que quieren comprar? ¿El hombre es dueño de ejercer su libertad después de haber sufrido un lavado de cerebro producido por sutiles publicistas y perspicaces estrategias de marketing? ¿Ya no queremos estrellas de Pop? ¿Tiene importancia la humillación de un chico por elegir un sueño equivocado?

Yo no sé con certeza las respuestas a todas estas preguntas, ni siquiera sin son las preguntas correctas. Pero estoy muy preocupada porque quiero ser libre y que me dejen serlo. Quiero poder elegir a los artístas que me gusten antes de que otros lo decidan por mí. Quiero que el arte no sea sinónimo de "profitable". Pero sobretodo, quiero que los ladrones ávidos de dinero –que me quieren sacar- y de poder –que pretenden arrebatarme- se alejen mucho de mí y de todos a los que quiero.

jueves, 26 de agosto de 2010

Érase una vez un piano

Érase una vez un piano que estaba descolorido, mal pintado y roto. Pasaba los días guardado en un desván engordando la capa de polvo que ya cubría aquel negro que una vez luciese en el salón de la casa. El pobre piano lloraba al recordar las manos de aquella pequeña niña que fuese su dueña y que un día cualquiera se cansó de tocar y lo mandó al trastero para ser tragado por el olvido y la suciedad. Ya no habría música nunca más. Y el piano lloraba.

Un día, después de una infinita consecución de días, meses y años, aquella niña que ya no era niña subió al desván, se paró en frente del piano melancólica y acarició las teclas sucias… El piano temblaba de emoción; pensaba que aquella dulce mujer se había acordado por fin de él y que volvería a tocarle aunque fuese sólo un momento. Pero no se oyó una sola nota, porque ninguna tecla fue pulsada. Ella suspiró, dio media vuelta y volvió a salir de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

A la mañana siguiente la puerta del desván volvió a abrirse, pero esta vez la mujer no estaba, venían dos hombres con un mono de trabajo caminando derechos hacia el piano. Cada uno lo cogió de un lado y se dispusieron a bajar las escaleras. El piano pensó que aquel era el fin. Ahora lo harían pedazos, lo llevarían a un vertedero y lo dejarían pudrirse o arder entre un montón de basura. Lo aceptó y decidió dejarse vencer por un sueño profundo que le impidiese advertir su muerte.

Pero algo extraño sucedió, porque aquel pequeño piano no murió. El piano despertó en medio de la noche, en medio de una calle encenagada de agua. Llovía pero no podía sentir la humedad de las gotas de agua porque alguien había colocado un plástico que lo cubría. El piano sintió que ya no había polvo sobre su lomo y el color negro se apreciaba de nuevo. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué hacía en la calle? ¿No tenían miedo de que alguien lo robara o lo destruyera impunemente en la noche?

Belfast amaneció con un sol radiante aquella mañana y el olor fresco de la lluvia en las calles. Alguien vino y apartó el plástico que cubría al piano. Fue en aquel momento cuando el viejo piano vio que alguien había escrito en los laterales: Play me, I’m yours. El piano no comprendió muy bien qué era todo aquello y pensó que no tenía nada claro quién sería su dueño ahora que parecía abandonado en una calle cualquiera del centro de la ciudad.

Pero todo se hizo más claro a medida que las horas pasaron. Todo el mundo que caminaba por la calle se quedaba mirando el piano preguntándose si de verdad podrían tocar aquel tesoro que no todos tienen. Estaba allí mismo, abandonado en la calle, pidiéndoles unas cuantas notas y diciéndoles que era suyo. Uno a uno fueron sentándose frente al piano niños que no sabían tocar, otros que sabían un poco, adultos que jamás habían visto un piano de cerca pero que lo intentaban, por jugar, y algunos pianistas fabulosos que sacaban de las entrañas de aquel viejo piano todo lo que ya el tiempo le había hecho borrar de su memoria.

El piano sonrió al final de aquel día y pensó que no había una cosa mejor en el mundo que ser de todos, aunque para ello, tuviese que vivir como un vagabundo en las calles. Desde entonces, todos los dueños de aquel piano se acercan de vez en cuando a revivirle y a llenar las calles de Belfast con música.

martes, 24 de agosto de 2010

Dream Angus

Si alguna vez te dejas capturar por la magia de las costas del norte de Irlanda y si, ese día casual, tienes la suerte de que las nubes se marchen a humedecer otras tierras y la bruma abra paso a tu mirada en el horizonte, podrás ver el contorno de Escocia sobre el mar.

Escocia, tierra de espíritus fuertes y en la que la magia celta anida en las cumbres de sus montañas, está tan cerca de Irlanda que cuando una barca pesquera, bien saliendo de aquí o de allá, se perdía arrastrada por las corrientes marinas solía arrivar en las playas vecinas.

Como buenas hermanas, Escocia e Irlanda han discutido. Los cuentos que se escuchan tienen a menudo más que ver con guerras que con la unión fraterna. Desde los gigantes que construyen un camino de piedra sobre las aguas para poder luchar hasta historias de hombres, esta vez reales, que lucharon por un omnipotente deseo de poder, la lucha se ha hecho palpable. Y aún hoy la discordia se palpa cuando las flautas suenan.

Pero a pesar de las peleas, todavía hay lugares en los que la unión, secreta y casi invisible permanece, perpetua y preciosa.... Y es aquí donde empieza mi historia:

Hubo una vez en un tiempo que por ser tan lejano se ha borrado de la memoria en el que, en las orillas del Boyne River, en un palacio subterráneo, vivió un dios llamado Angus. Angus era el dios de la juventud, de los sueños y del amor. Angus visitaba a los mortales que dormían placidamente en sus camas y les dejaba un sueño. A las mujeres y las niñas solía darles un beso en la mejilla que se convertía en un pájaro invisible que les traía mensajes de amor.

Todavía hoy hay quien dice que Angus viene por la noche, cuando el sueño comienza a vencer nuestros párpados para regalarnos sueños.

El palacio de Angus está en Irlanda, pero como los dioses tienen capacidad de viajar allá donde deseen, le gusta frecuentar a sus vecinos y llevarles palabras de amor y regalarles todas las fantasías oníricas en las que deseen sumergirse. En Escocia lo conocen bien y, por ello, las madres cantan el precioso "lullabay" (cación de cuna) para dormir a sus niños que coloco a continuación. Espero que lo disfrutes y que esta noche, cuando Angus llegue al lado de tu almohada le pidas algo bello con lo que soñar.

DREAM ANGUS

Can ye no hush your weepin'
all the wee lambs are sleepin'
Birdies are nestlin' nestlin' together
Dream Angus is hurtlin' o'er the heather

Dreams to sell, fine dreams to sell
Angus is here wi' dreams to sell
Hush ye my baby and sleep without fear
Dream Angus has brought you a dream my dear.

List' to the curlew cryin'
Faintly the echos dyin'
Even the birdies and the beasties are sleepin'
But my bonny bairn is weepin' weepin'

jueves, 12 de agosto de 2010

Tolymore Forest: el lugar donde las hadas duermen

Irlanda vive en el imaginario popular como esa inmensidad verde, infinito color esmeralda que se funde con un cielo idealmente azul y moteado con esponjosas nubes de algodón. Los que vivimos en esta tan soñada isla sabemos que el cielo no siempre es azul y que antes de que los colores brillen bajo el sol los campos, las ciudades y los espíritus han sido cubiertos de una lluvia persistente y oscura durante los largos meses de invierno. Por suerte, el verano siempre lava las memorias grises y su imagen es poderosa e imperecedera. En mi recuerdo, como en el del resto de los mortales, cuando cierre los ojos y evoque Irlanda siempre será verano y los suaves rayos de sol iluminarán sus inabarcables praderas verdes.

El paisaje irlandés es parte de su patrimonio inviolable pero, gracias a un título delatador, todos sabéis que no es de praderas de lo que hoy quiero hablar, aunque sí de paisaje: de un lugar recóndito que las guías para turistas se han olvidado de hacer justicia y que guarda un íntimo y antiguo nexo con esa Irlanda salvaje en la que las ilusiones, la magia y los seres fantásticos todavía vibran bajo sus laderas. Y digo laderas porque está a los pies de una montaña, o quizá debiera decir de muchas, The Mourne Mountains, tan aclamadas por flautas, violines y voces quebradas en tabernas abarrotadas de lugareños e impregnadas con un olor inconfundible a madera y cerveza.

Tolymore Forest es el lugar donde las hadas duermen durante el día y cuando el sol se esconde y llega la noche, lejos de la locura de la modernización y el bullicio, salen a jugar protegidas en su refugio de cúpulas inmensas y tierra húmeda. Llenan todo con luces de colores y música nocturna en un bosque en el que la magia y el misterio lamen cada piedra, tronco y camino. Todos aquellos que hace tiempo dejaron de temerle a decir que las hadas no existen –con el peligro inminente de destruirlas a golpe de incredulidad- seguramente les parezca una memez insoportable mi ensoñación fantástica. No os culpo. Formáis parte de la mayoría racional que vive y piensa respecto a las normas de la lógica y el sentido común. A pesar de ello, creo de forma firme que todos, incluso los adultos que ven un sombrero donde un elefante es engullido por una boa, podrían percibir una pizca de ese algo extraño y fascinante que el bosque esconde.

Todo aquel que se adentre en el vientre del bosque a solas y camine por los senderos empinados y laberínticos podrá entender mis palabras. El fingido silencio del monte se rompe por el cantar de los pájaros, el deslizarse de criaturas entre la maleza, el crujido espeluznante de las ramas movidas por el viento y el agua de los breves riachuelos que se funden en la roca. El morbo de lo indómito, de los susurros invisibles y de la soledad del camino desentierra un paraje en el que a una distancia incierta de la seguridad de nuestra tribu urbana todo es posible.

La superstición y las creencias antiguas cobran un sentido olvidado y esa parte ancestral que dormita en nuestros corazones se despierta entre las copas compactas de unos árboles por las que no penetra la luz del sol; por los caminos plagados de zarzas y frutas del bosque; sobre las piedras cubiertas de musgo y sembradas de aquellos tréboles que hicieran famoso a San Patrick y que, como puesto de honor, coronasen los sombreros de esos maliciosos personajes portadores de un caldero repleto de monedas de oro.

No importa si yo, o vosotros lectores, o cualquier persona en nuestro pequeño planeta cree en las hadas. Lo que cuenta es que un pueblo, invadido por la fuerza de una naturaleza radiante y de una imaginación desbordada y deliciosa, construyó cuentos que cautivaron a sus gentes y que aún hoy nos roban parte de nuestra racionalidad moderna. Tolymore Forest es un lugar más de tantos que pienso descubrir en el que las leyendas cobran sentido; un lugar secreto en el que si abrís bien los ojos podréis volver a soñar.

Porque todavía sobrevive un bosque, allá al pie de una montaña, en el que las hadas aún duermen.

viernes, 30 de julio de 2010

Church Fair

Quizá sea por mi gusto insatisfecho de maruja de mercadillo, pero si hay una cosa que adoro de Irlanda son sus charity shops, bootsales y demás ferias en las que objetos de todo tipo están a la venta por un muy módico precio. Preveo que de ellos, hablaré en más ocasiones a lo largo de esta mi andanza.

La semana pasada estuve en Portrush, un coqueto pueblo pesquero de la costa norte donde cada verano una de las iglesias locales lleva a cabo su feria anual. Cuando en España hablamos de feria en seguida nos imaginamos un solar lleno de coches de choque y demás atracciones, puestos de perritos calientes, nubes de azucar y mucha gente que, con la excusa de la celebración a un sant@ de la que ya nadie se acuerda, va a disfrutar del jolgorio pagado por el Ayuntamiento de turno.

The Church Fair de la Holly Trinity Church en Portrush no se parece en nada a nuestras fiestas. Es una feria para la que todos los parroquianos se reunen con el fin de conseguir dinero para pagar las reparaciones de su iglesia. Veo que alguno puede saltar con aquello de, "la Iglesia... ¡ladrona!, ¿para qué quiere más dinero?" Seguro que en un sin numero de ocasiones el lema está justificado pero en esta parte del Atlántico a menudo las comunidades se mantienen a si mismas y, el significado de Iglesia, tiene más sentido de a lo que estamos acostumbrados.

Todo el mundo participa con sus trastos viejos y los trastos viejos de otros para venderlos durante un día que, si tienen suerte, se mantendrá seco. Los niños se disfrazan y se pintan la cara con colores vivos para alegrar el día a todos, y de paso, tentar a otros niños a que caigan en los brazos de sus artistas :) Los mayores atienden el puesto de salchichas, hamburguesas y helados, así como los puestos de cacharros varios, libros, flores y, mi favorito, el de repostería casera. Todo aquel que quiera tener una experiencia auténtica de Irlanda no puede pasar de probar la mermelada de rubbarb que la mujer sonriente de la fotografía sabe hacer.


Yo y la madre de mi novio, mi primera y eterna guía de lo irlandés, fuimos a la feria y, además de satisfacer las demandas culinarias del puesto de repostería y de comprar una plantita de flores rosas, recorrimos todos los puestos. A la venta había desde cacharros de cocina, jarrones, adornos, libros y joyas hasta muebles enteros y verdaderos. La mayoría de los objetos son de segunda mano, pero se encuentran en condiciones que bien quisieran algunos productos nuevos y, al fin y al cabo, ¿quién puede resistirse a un completo y hermoso juego de tazas y tetera por tres libras?

No se me ocurre un lugar mejor donde disfrutar de un día entre familia y amigos, reciclar lo que ya no necesitamos en casa y contribuir a tu propia comunidad en un fin -bendita sea la palabra-común.

Este año la lluvia ha tenido misericordia de ellos y les ha dejado disfrutar de su día sin contratiempos. Espero que hayan podido cubrir un poquito más la deuda que les dejó el techo de su querida iglesia en la que, ya sin goteras, cada domingo van sus parroquianos a rezar.


jueves, 29 de julio de 2010

Tattoo

Siempre me ha impresionado la cantidad de gente en Belfast que parece adicta a los tatuajes. Me pregunto qué tienen de especial para que tantas personas permitan que su piel sea tatuada de por vida con todo lo hermoso y terrible que ello pueda conllevar. Posiblemente tenga algo que ver con la moda, lo cual, no deja de ser un motivo lo suficiente fuerte puesto que, nosotros, los humanos, siempre hemos sido víctimas de nuestro tiempo y de sus gustos.

Pero me niego a pensar que se trata de un asunto de pura estética. La mayoría de las ocasiones los tatuajes tienen algún significado implícito el cual, en el momento que nos sentamos en la silla enfrente de nuestro artista, pensamos será algo que merezca ser recordado por siempre jamás. Apuesto a que muchos se arrepienten y desearían volver atrás en el tiempo y deshacer lo andado. Pero, como todos sabemos, el tiempo, gran traidor, nunca se apiada de los mortales.

Michael, nuestro fiel y afanoso portero, me ha enseñado hoy un tattoo muy especial que, por cierto tengo, jamás se arrepentirá de haberse tatuado más de lo que se entristece del motivo por el que lo hizo. Es curioso lo que la gente con la que te cruzas cada mañana puede guadar. Michael, detrás de ese tatuaje, guarda mucha pena, una pena tan infinita como la tinta que surca su piel.

El tatuaje tiene forma de corazón que yo imagino como el suyo propio, rojo y latiente; justo debajo, aparecen tres nombres. El primer nombre es el de la primera en morir, su mujer. El segundo nombre es el de uno de sus hijos que murió de tres heridas de bala en la cabeza durante el periodo de The Troubles. El tercer nombre es el de otro hijo que, tras sufrir la pérdida de su madre y de su hermano, desquiciado de dolor, se colgó en el garaje con una soga.

Después de leer esta historia, vuestra cara se puede parecer a la que se me ha quedado a mí hace unos minutos en el portal cuando mi portero ha vómitado su relato, y digo "vomitar" porque "contar" sería un verbo demasiado contenido para describir cómo un hombre que ha perdido tanto expresa su dolor a un extraño de una forma tan precipitada y sangrante. Una vez más, me doy cuenta de lo poco que entiendo el pasado de esta tierra a la que tan unido tengo el alma. Lo siento por Michael y por todos aquellos que después de la guerra, de aquí, de allí y de todas partes, siguen teniendo pesadillas.

Pero no quiero terminar la historia sin un pequeño giro a la historia que, aunque no elimine el pesar, sí abra una brecha de esperanza en este nuestro mundo. Antes de marcharse a su sesión semanal en el psiquiatra, Michael se ha dado la vuelta y me ha dicho con una media sonrisa: ellos se han marchado, pero esta tarde voy al hospital para ver a mi hija y a mi nuevo nieto, ¡me han hecho abuelo otra vez!

La nueva vida, libre de rencor y de memorias negras, surge ahora y siempre detrás de una tormenta. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad de sembrar el pecho de los que vengan con bondad y amor, para que los repartan por el mundo y sea cada vez un poco más hermoso; con menos lágrimas y más sonrisas; con menos guerras y más fiestas que celebren que estamos vivos.

jueves, 8 de julio de 2010

Una crisis interminable...

Tras una semana de silencio, vuelvo a recuperar la codiciada conexión a Internet. No obstante, no tengo de qué escribir. Imagino que todos aquellos que hayan comenzado un blog tan anárquico como el mío se han visto atrapados por este no sé qué de la falta de inspiración. Pero hay que seguir, siempre adelante. Pido perdón a todos aquellos que puedan aburrirse por mi insistencia inútil.

El motivo principal de mi falta absoluta de ideas es que mi musa y el motivo de que está página exista está lejos de mí, allá, cruzando el mar. Después de una semana en España, sólo puedo pensar en mi país y en sus cosas. Ahora quisiera tener un blog dedicado a él, pero en lugar de eso, se me ha ocurrido utilizar de plataforma esta página y jugar un poco con aquellas comparaciones tan odiosas y que, a veces, son tan necesarias.

Hoy he cruzado la Mancha en autobús de camino a Toledo. Seis interminables horas abatida entre el sopor de los descansos y el invierno del aire acondicionado. El paisaje que he visto por la ventanilla me ha hecho llorar. ¿Qué hemos hecho con nuestros campos? ¿y qué estamos haciendo para curarlos? Las praderas recuerdan a un desierto, los pocos árboles tuertos que aún perduran intentan sobrevivir asfixiados y la tierra está desnuda, desprotegida; una madre cada vez más infértil y abandonada.

Mientras tanto una economía insostenible basada en la construcción y el despilfarro sigue exprimiendo la poca leche que al cántaro le queda, sin ver que hay un mundo más allá del ladrillo que el gobierno podría estar financiando para que todos vivamos en un mundo mejor, más verde, o al menos, no tan muerto.

Mi cabeza, hasta ahora resguardada en la ignorancia, se llena poco a poco con la misma conversación que todo el mundo tiene en las calles, con odio contenido, rabia contra políticos incompetentes e inconscientes y un profundo sentimiento de desesperanza. Paro. Recortes. Políticas de choque. Crisis.

Recuerdo que cuando llegué a Irlanda me fué invadiendo de una forma dulce y suave un optimismo alegre y alentador. Todo el mundo sonríe ante una aventura tuya y cualquier cosa que hagas durante el día tiene el potencial de ser especial y fantástica. You can do it, no es sólo un lema publicitario sino una filosofía de vida que se contagia y que hace sentir casi invencible. Ahora percibo por qué me resultó en su día una aptitud tan diferente a lo que estaba acostumbrada y me apena infinitamente que los míos no sean capaces de saborearla con tanta fuerza, hundidos en el ambiente de crisis y de desastre.

Siempre nos quedará el mundial... aunque, a modo de solidaridad, los futbolistas bien podrían invertir sus ganancias en ayudar a toda la gente que, por primera vez en mucho tiempo, llena de orgullo, ha llenado los balcones de sus casas con la bandera de España.


martes, 29 de junio de 2010

La Lista

Un libro compuesto por una lista interminable de nombres a lo largo de 200 largas páginas puede resultar el objeto más tedioso y estéril jamás encontrado. Eso pensaba yo hace una semana. Hoy por hoy, antes de juzgar una lista, miraría el título de la misma y buscaría por el punto en común que todos los nombres tienen entre sí.

Hace unos días vino un experto de libros antiguos a la charity shop de libros de segunda mano en la que desde hace ya un año suelo ayudar unas horas a la semana. El susodicho experto, del cual por respeto no revelaré el nombre, cada semana nos deleita con las pepitas de sabiduría que le dan los años para poner precio a las extrañas y extraordinarias copias de libros sobre Irlanda que nos llegan a la tienda.

Uno de los libros que abrió era un listado de nombres en el que aparecían todos y cada uno de los muertos durante el periodo de The Troubles en Irlanda del Norte. Aquellos nombres y apellidos tenían en común haber muerto en una guerra larga y terrible de la que la mayoría reniegan hoy. Aún así, no me di cuenta de la trascendencia de la lista hasta que se abrió por la página equivocada.

El hombre abrió el libro con tal puntería que llegó a leer el nombre de unos familiares perdidos en un tiroteo en Derry. Los ojos se le llenaron de lágrimas y no fue capaz de poner precio al libro. Lo echó a un lado y pidió disculpas. Fue entonces cuando me di cuenta del poder de la lista, que a primera vista encontré vacua, carente de significado. Los caracteres impresos dejaron de serlo y cada línea se materializó en una persona de carne y hueso fallecida por una violencia extrema que aún hoy hace llorar a los que quedaron atrás.

Llevo dos años viviendo en Belfast y hoy por hoy todavía no soy capaz de comprender lo que no hace tanto era una realidad aplastante en estas calles. Lo que sí comprendo, admiro y respaldo es las ganas y la energía que todo el mundo pone en que el odio y el rencor se olvide y un tiempo expléndido de paz y respeto mutuo venga a reinar en Irlanda del Norte.

lunes, 28 de junio de 2010

Lady Dixon's Park

Mi primera entrada va a ser de color verde porque es una obligación hacerle justicia al nombre tan poético, y no poco merecido, por el que The Emerald Island se conoce en todo lo largo y ancho del planeta. Aunque, para no falsear la verdad, la leyenda olvidó mencionar muchos otros colores: rosas, rojos, blancos, amarillos y naranjas radiantes que se exhiben coquetos en parques, ríos y praderas.

El sueño de todo buen amante de la naturaleza en Irlanda es tener una parcela de hermosura en los confines de la casa propia. Muchos, tienen la suerte de tener un jardín propio en el que mancharse las manos y aspirar el aroma de la hierba recién cortada; otros, como es mi propio caso, nos tenemos que conformar yendo a visitar los ajenos, lo cual es un placer no falto de gracia.

Ayer fuimos a pasear al jardín de Lady Dixon, una mujer muy especial que a su muerte en 1959 cedió su legado a Belfast, razón por la cual, yo y tantos otros podemos adoptarle como nuestro propio jardín con la gran ventaja de que sus cuidados no corren de nuestra cuenta.

El parque de cuento de hadas se construyó con mimo desde que los Stewarts, una familia escocesa, comprara el terreno y mandara erigir la mansión en el siglo XVIII. Sir Thomas and Lady Dixon compraron la casa a principios del siglo XX y comenzaron a convertir un terreno que había sido más dedicado a la agricultura que al placer, en uno de los jardines de rosas más hermosos del mundo.

Como no podía ser menos, la casa y sus jardines están llenos de historias. Durante la II Guerra Mundial, las tropas americanas estuvieron en Belfast y acamparon en los prados de la casa, mientras los oficiales dormían mucho más cómodos -y alejados de la lluvia- en el interior de la casa. Se dice que Lady Dixon fue una anfitriona fabulosa y cuidó a los soldados con devoción de madre. Quién sabe si a la pobre le quedaba otro remedio...

Cuando la casa pasó a manos de la ciudad de Belfast, las rosas comenzaron a poblar cada rincón. Todos los años hay competiciones internacionales en las que las flores más hermosas, olorosas y bien cuidadas del mundo compiten en belleza. Todos los años el jardín alberga 45.000 rosas en flor que resulta en un mosaico que sería la envidia de la paleta de cualquier pintor.

En julio se celebra The Roses's Week y el parque, en su momento de mayor explendor, se llena de los sonidos de arpas, música jazz, bailes irlandeses y gente disfrutando del sol y de las flores. En este lugar, es donde mejor se puede entender el placer de un mantel de picnic bajo el sol.

Por este jardín, por el verde, por los rosas, blancos y amarillos, y por muchos otros lugares aún por descubrir, merece la pena la eterna lluvia del invierno y el gris de las nubes. ¿No creéis?



http://www.belfastcity.gov.uk/parksandopenspaces/ladydixon.pdf



Bienvenida

La bienvenida debe ser corta porque lo mejor siempre está por venir. Mi nombre es Cristina y soy una toledana que vino a parar a tierras irlandesas llamada por el amor de un hombre. Hace dos años casi exactos que vine a Irlanda. Desde el mismo momento que puse un pie en tierra sentí la adrenalina de una aventura que aún hoy todavía no ha terminado.

Pero toda buena aventura, si no es contada, pierde la magia y acaba olvidada en un rincón de la memoria, sola, mugrienta y triste. Por ello, antes de que eso suceda, voy a airearla bien y haceros a todos vosotros, los que os plazca curiosear, partícipes de ella.

Enjoy the ride ;)