
Mi primera entrada va a ser de color verde porque es una obligación hacerle justicia al nombre tan poético, y no poco merecido, por el que
The Emerald Island se conoce en todo lo largo y ancho del planeta. Aunque, para no falsear la verdad, la leyenda olvidó mencionar muchos otros colores: rosas, rojos, blancos, amarillos y naranjas radiantes que se exhiben coquetos en parques, ríos y praderas.
El sueño de todo buen amante de la naturaleza en Irlanda es tener una parcela de hermosura en los confines de la casa propia. Muchos, tienen la suerte de tener un jardín propio en el que mancharse las manos y aspirar el aroma de la hierba recién cortada; otros, como es mi propio caso, nos tenemos que conformar yendo a visitar los ajenos, lo cual es un placer no falto de gracia.
Ayer fuimos a pasear al jardín de
Lady Dixon, una mujer muy especial que a su muerte en 1959 cedió su legado a
Belfast, razón por la cual, yo y tantos otros podemos adoptarle como nuestro propio jardín con la gran ventaja de que sus cuidados no corren de nuestra cuenta.

El parque de cuento de hadas se construyó con mimo desde que los Stewarts, una familia escocesa, comprara el terreno y mandara erigir la mansión en el siglo XVIII. Sir Thomas and Lady Dixon compraron la casa a principios del siglo XX y comenzaron a convertir un terreno que había sido más dedicado a la agricultura que al placer, en uno de los jardines de rosas más hermosos del mundo.
Como no podía ser menos, la casa y sus jardines están llenos de historias. Durante la
II Guerra Mundial, las tropas americanas estuvieron en Belfast y acamparon en los prados de la casa, mientras los oficiales dormían mucho más cómodos -y alejados de la lluvia- en el interior de la casa. Se dice que Lady Dixon fue una anfitriona fabulosa y cuidó a los soldados con devoción de madre. Quién sabe si a la pobre le quedaba otro remedio...

Cuando la casa pasó a manos de la ciudad de
Belfast, las rosas comenzaron a poblar cada rincón. Todos los años hay competiciones internacionales en las que las flores más hermosas, olorosas y bien cuidadas del mundo compiten en belleza. Todos los años el jardín alberga 45.000 rosas en flor que resulta en un mosaico que sería la envidia de la paleta de cualquier pintor.

En julio se celebra
The Roses's Week y el parque, en su momento de mayor explendor, se llena de los sonidos de arpas, música jazz, bailes irlandeses y gente disfrutando del sol y de las flores. En este lugar, es donde mejor se puede entender el placer de un mantel de picnic bajo el sol.
Por este jardín, por el verde, por los rosas, blancos y amarillos, y por muchos otros lugares aún por descubrir, merece la pena la eterna lluvia del invierno y el gris de las nubes. ¿No creéis?
http://www.belfastcity.gov.uk/parksandopenspaces/ladydixon.pdf
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