Un libro compuesto por una lista interminable de nombres a lo largo de 200 largas páginas puede resultar el objeto más tedioso y estéril jamás encontrado. Eso pensaba yo hace una semana. Hoy por hoy, antes de juzgar una lista, miraría el título de la misma y buscaría por el punto en común que todos los nombres tienen entre sí.
Hace unos días vino un experto de libros antiguos a la charity shop de libros de segunda mano en la que desde hace ya un año suelo ayudar unas horas a la semana. El susodicho experto, del cual por respeto no revelaré el nombre, cada semana nos deleita con las pepitas de sabiduría que le dan los años para poner precio a las extrañas y extraordinarias copias de libros sobre Irlanda que nos llegan a la tienda.
Uno de los libros que abrió era un listado de nombres en el que aparecían todos y cada uno de los muertos durante el periodo de The Troubles en Irlanda del Norte. Aquellos nombres y apellidos tenían en común haber muerto en una guerra larga y terrible de la que la mayoría reniegan hoy. Aún así, no me di cuenta de la trascendencia de la lista hasta que se abrió por la página equivocada.
El hombre abrió el libro con tal puntería que llegó a leer el nombre de unos familiares perdidos en un tiroteo en Derry. Los ojos se le llenaron de lágrimas y no fue capaz de poner precio al libro. Lo echó a un lado y pidió disculpas. Fue entonces cuando me di cuenta del poder de la lista, que a primera vista encontré vacua, carente de significado. Los caracteres impresos dejaron de serlo y cada línea se materializó en una persona de carne y hueso fallecida por una violencia extrema que aún hoy hace llorar a los que quedaron atrás.
Llevo dos años viviendo en Belfast y hoy por hoy todavía no soy capaz de comprender lo que no hace tanto era una realidad aplastante en estas calles. Lo que sí comprendo, admiro y respaldo es las ganas y la energía que todo el mundo pone en que el odio y el rencor se olvide y un tiempo expléndido de paz y respeto mutuo venga a reinar en Irlanda del Norte.
Hace unos días vino un experto de libros antiguos a la charity shop de libros de segunda mano en la que desde hace ya un año suelo ayudar unas horas a la semana. El susodicho experto, del cual por respeto no revelaré el nombre, cada semana nos deleita con las pepitas de sabiduría que le dan los años para poner precio a las extrañas y extraordinarias copias de libros sobre Irlanda que nos llegan a la tienda.
Uno de los libros que abrió era un listado de nombres en el que aparecían todos y cada uno de los muertos durante el periodo de The Troubles en Irlanda del Norte. Aquellos nombres y apellidos tenían en común haber muerto en una guerra larga y terrible de la que la mayoría reniegan hoy. Aún así, no me di cuenta de la trascendencia de la lista hasta que se abrió por la página equivocada.
El hombre abrió el libro con tal puntería que llegó a leer el nombre de unos familiares perdidos en un tiroteo en Derry. Los ojos se le llenaron de lágrimas y no fue capaz de poner precio al libro. Lo echó a un lado y pidió disculpas. Fue entonces cuando me di cuenta del poder de la lista, que a primera vista encontré vacua, carente de significado. Los caracteres impresos dejaron de serlo y cada línea se materializó en una persona de carne y hueso fallecida por una violencia extrema que aún hoy hace llorar a los que quedaron atrás.
Llevo dos años viviendo en Belfast y hoy por hoy todavía no soy capaz de comprender lo que no hace tanto era una realidad aplastante en estas calles. Lo que sí comprendo, admiro y respaldo es las ganas y la energía que todo el mundo pone en que el odio y el rencor se olvide y un tiempo expléndido de paz y respeto mutuo venga a reinar en Irlanda del Norte.
Deja los pelillos de punta, no puedo ni imaginar la expresión de aquel hombre con el libro en sus manos.
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