Halloween ya pasó y la estación muerta del año comienza con un día inundado de lluvia y frío. Anoche fue el tiempo del “no tiempo”, el periodo sagrado en el que las leyes de los mortales desaparecen, el orden natural del universo queda suspendido temporalmente y lo imposible se torna realidad ante nuestros ojos.
Los muertos que vuelven en la oscuridad en busca de sus casas, no son sino parte del caos que reina en Samhaim. La magia, como buena enemiga del orden, florece cuando este desaparece y los hechizos que juegan con el presente, el pasado y el futuro cobran un poder inigualable.
Muchas de las realidades de la celebración celta aún perduran aunque transformadas con los nuevos tiempos. El fuego de las casas ya no necesita ser extinguido para que los espíritus no sean atraídos por su calor, sino que se encienden velas dentro de calabazas con caras feas para ahuyentarlos. O esa es la teoría. En la realidad, las calabazas se escarban para pasar un rato divertido y dar un toque siniestro al salón.
Todas las tiendas, ya sean de comestibles, libros, muebles o ropa interior, deben tematizar sus escaparates y sus productos si no quieren desaprovechar una oportunidad fantástica para hacer una buena caja. Business is business. Los restaurantes y los bares se llenan de decoración y de calabazas que, más que para ahuyentar malos espíritus yo diría que tratan de atraerlos para que consuman sus maléficos alcoholes y pociones.
Halloween se ha transformado tanto desde tiempos celtas que si ellos levantaran la cabeza no lo reconocerían. Ya no es un día sagrado de respeto por los muertos y por el equilibrio de la naturaleza y por la vida que muere con el invierno. Hoy es una fiesta para reír y divertirse, un carnaval más de tantos pero con un toque algo sanguinario.
Sin embargo, hay algo que por desgracia prevalece: el caos reina en Halloween. Los niños y no tan niños consideran en algunos lugares -como Dublín- que el mal está permitido esa noche y las leyes se evaporan por arte de magia. Por falta de caramelos puedes sufrir tricks como encontrar algo roto en tu jardín o en tu casa. Y en ocasiones, los tradicionales bonfires de Samahaim se salen de los lugares permitiodos y abundan en descampados, coches o incluso edificios. En muchos lugares la noche de Halloween, cuando de verdad es noche, allá en la madrugada, da realmente miedo. La violencia y el alcohol hacen de las suyas y el resultado es una vez más caos.
Las fuerzas de la naturaleza son imparables, pero los hombres pueden controlar las suyas propias. Ojalá en el futuro haya otras iniciativas para recuperar los valores de Samhaim y el caos en las calles desaparezca por fin.

